La importancia de cruzar fronteras

Además de mi pasión por la ingeniería estructural, tengo una fascinación por conocer diferentes culturas, formas de vivir y de hacer las cosas. Usualmente uno asocia el hecho de conocer una nueva cultura a viajar o leer sobre algún lugar, pero en esta ocasión, tuve la oportunidad de expandir mi frontera de una forma diferente, mediante un proyecto que llegó a Alba Proyecto Estructural.

Desde la junta de arranque, se nos expuso el reto: generar el diseño estructural de un complejo de piscinas y graderías para un centro de deportes acuáticos, que se iba a utilizar para los XI Juegos Deportivos Centroamericanos a finales de 2017, en la ciudad de Managua, Nicaragua. La emoción fue grande, era el primer proyecto que generaríamos fuera de la República Mexicana, pero a la vez, una inquietud llegó a mi cabeza: este proyecto me sacaría de mi zona de confort.

No conocía sus reglamentos locales, la forma en que se entregan y realizan los proyectos… Fue ahí donde me propuse, al igual que en un viaje, aprender de todo lo que pudiese y disfrutar todo el proceso, no sólo del resultado. Este escrito va más allá de la experiencia técnica que adquirí, la cual fue grande, sino de esa comparación que inevitablemente hice entre llevar un proyecto en otro país y un viaje.

Inicialmente, no sabía mucho de ese país, conocía su ubicación en Centroamérica y que su capital era Managua, pero no conocía la ubicación exacta de la ciudad, ni de su vulnerabilidad sísmica, su tipo de suelo, o su geografía, que generalmente asociamos casi de inmediato en un proyecto nacional. Así que de la misma forma que cuando se planea un viaje, busqué en un mapa a la ciudad de Managua y leí un poco sobre el país, para después, entrando en materia estructural, estudiar sus reglamentos.

Pronto comencé a encontrar similitudes con México. Siempre comparas los lugares cuando estás fuera de tu país. La Placa de Cocos, la misma placa tectónica que ocasiona la gran mayoría de los sismos en México, amenaza sísmicamente a todo el territorio que baña el Océano Pacífico, incluida Nicaragua, por lo que la ciudad de Managua tiene gran vulnerabilidad. El reglamento no era muy diferente, aunque sí tenía ciertas diferencias notables con respecto a los reglamentos mexicanos, ya que al final de cuentas, somos naciones latinoamericanas, compartimos un idioma, una historia y algunas tradiciones, pero pronto la frontera comenzó a hacer de las suyas.

Cuando se viaja a otro país, uno tiene que investigar sobre ciertos aspectos del destino, para no encontrarse con la sorpresa de que tu cargador para celular no es compatible con el tipo de toma de corriente local, la tasa de cambio con la moneda nacional, hasta el porcentaje de propina que localmente se utiliza. No pensar en cosas así de simples, que es normal hacerlo de alguna manera en tu país, puede ocasionarte problemas al estar en otro. Algo así nos pasó en este proyecto. Comenzamos a diseñar las losas aligeradas con poliestireno, el método más común utilizado en México, para después enterarnos que el poliestireno no es un material fácil de conseguir en Nicaragua, por lo que tuvimos que cambiar de sistema estructural.

Lo mismo pasa con las palabras. Aún en países de habla hispana, la comunicación se puede ver interrumpida por modismos o palabras con diferente significado. Un hecho gracioso, fue estar en una llamada telefónica por 5 minutos sin entender el problema, debido a que ellos me preguntaban por un graderío, el cual yo asociaba al sistema de gradas general, cuando ellos se referían a lo que aquí conocemos como una escalera de concreto.

En esta ocasión, la tecnología también fue un aliado en el buen resultado del proyecto, así como al estar de viaje puedes estar en comunicación casi inmediata con amigos y familiares, en esta ocasión, nos permitía tener reuniones virtuales, cada integrante del equipo de trabajo desde su computadora, rayando planos, enviando fotografías del avance de la obra, sin la necesidad de tener una junta presencial, para resolver problemas o darle seguimiento al proyecto. Aun así, existió la oportunidad de que personal de ALBA visitara Managua y de que gente de Nicaragua viniera a México, promoviendo una de las cosas que más disfruto de los viajes: el intercambio cultural que se genera entre las personas. Desde hablar de la comida típica de tu país, la forma en que se construye y hace política, te enriquece de una visión más global, y hasta cierto punto, más humana.

Pero lo que más rescato de este proyecto, es que sin importar la distancia, bien direccionadas las intenciones, se pueden generar proyectos de gran impacto. Esto te abre, y nos abre, las puertas hacía una dinámica de cooperación internacional, que ojalá existiera en toda Latinoamérica. Hoy en día, se encuentra concluido el proyecto de construcción, desde que el pasado 3 de diciembre de 2017 se inauguraron los XI Juegos Deportivos Centroamericanos, pero el proyecto del centro de deportes acuáticos no termina con los juegos, sino que queda para que la juventud nicaragüense lo disfrute y lo aproveche, porque al fin de cuentas, la misión de cualquier ingeniero civil, arquitecto, o cualquier persona involucrada en la construcción, es proveer de espacios que incrementen la calidad de vida de la sociedad.

Proyecto: 3Arquitectura.
Fotografía: Sebastián Anaya
Sitioweb: www.registrovisual.com.mx

Alejandro Haro fue diseñador estructural de edificios de gran altura en ALBA, es ingeniero civil por la UdG, tapatío y trotamundos de corazón. Actualmente estudia su maestría en ingeniería estructural en la Universidad Católica de Chile.