Los cambios son para los valientes

Hace unos años un compañero de trabajo nos repetía constantemente que los cambios siempre son para mejorar… La realidad es que en ese momento de mi vida había pasado por dos años intensos y cargados de cambios radicales, tanto profesionales como personales, por lo que no podía evitar sentir esa ligera duda de pensar si realmente había tomado las decisiones adecuadas para mi futuro.

Siendo sincera, mi vida ha estado marcada por cambios desde hace 15 años. Nací en la Ciudad de México, pero siempre supe que quería vivir fuera, afortunadamente mi familia me apoyó, lo cual agradezco muchísimo, y llegué a Guadalajara a estudiar Ingeniería Civil y Administración en la Universidad Panamericana. Años después cursé la Maestría en Administración de la Construcción en la misma universidad y en el 2012 tomé la decisión de cambiarme nuevamente para residir en Monterrey. Hace dos años regresé a ALBA, la empresa que vi nacer y a la cual pertenecí por 5 años y medio anteriormente, pero esta vez con la misión de liderar la transformación de su organización interna para alcanzar su posicionamiento como una de las mejores firmas de diseño estructural a nivel nacional.

Para los que me conocen más, saben que poseo una capacidad de análisis digamos “peculiar”: me caracterizo por idear rápidamente un mapa mental para identificar los pasos que se deben asegurar para llegar al objetivo deseado. Por esto, parte de mis funciones en ALBA están enfocadas en estar alerta de las necesidades que todas las personas en la empresa tengan, hablando de sus herramientas laborales, pero también de las herramientas relacionadas con el factor humano para que puedan realizar su trabajo sin ningún inconveniente; y, una vez identificadas, facilitárselas.

Puedo decir que una de mis pasiones es resolver problemas, me mantiene activa y en constante innovación. Sin embargo, a dos años de mi regreso a ALBA, siento que no estamos ni cerca de dónde a mí me gustaría que llegara la empresa. Al menos he sembrado la semilla de la inquietud con los socios y algunos compañeros de preguntarse constantemente qué pasaría si lo que ya hacemos, y relativamente funciona, lo hiciéramos diferente.

Uno de los mayores logros que he tenido a mi regreso es la implementación de la Evaluación de Desempeño*, probablemente no se percibió pero requirió de mucho esfuerzo convencer a los socios de ponerlo en práctica. Una vez analizada minuciosamente la propuesta, se le apostó a los beneficios de caminar juntos hacia un mismo objetivo y poder ver remunerado el esfuerzo realizado a lo largo de cada año de colaboración grupal. Sin duda ha sido uno de los cambios culturales más fuertes que hemos tenido, me siento satisfecha del esfuerzo y la paciencia que cada compañero ha tenido para lograr que sea un éxito. Los resultados por cambios de cultura requieren tiempo para que puedan ser tangibles, son sacudidas grandes, pero en ALBA hemos sido muy valientes.

Actualmente dedico mi tiempo un 90% a la operación y un 10% a la estrategia a largo plazo. Mi objetivo es que llegue un momento en el que sea al revés, de forma que pueda enfocarme en la estrategia de cómo hacer la empresa sostenible en el tiempo. Como en cualquier relación interpersonal, jalar es agotador, por lo que desde que llegué determiné que si quería que las cosas funcionaran a largo plazo debía enfocarme a empujar a que las cosas sucedieran a través de procesos, generando políticas, hasta un punto en que la operación no me necesite.

Cuando estuve en FEMSA, aprendí a llevarme bien con el cambio y entendí el proceso de cambio en una empresa. Si no lo comunicas, si no lo planeas, si no tienes la idea de cómo lo vas a medir: ninguna propuesta que hagas va a tener el efecto que tú esperas. Entendí la importancia de los procesos operativos, que alinean la empresa, cuestiones de RH, y sí, su relación con las utilidades.

Personalmente, hay ocasiones en las que sabemos a dónde queremos llegar, sin embargo, no sabemos cómo hacerlo. A veces alguien más plasma esos pasos. Cuando sientes que el cambio es impuesto es porque no se te ha explicado la meta del camino que se quiere seguir. Ese es el error. Si no te sientes identificado con ese cambio, es porque no te sientes identificado con la meta o con el objetivo al que se quiere llegar.

La buena noticia es que en ALBA lo que sobran son ganas: es una empresa que se caracteriza por la pasión y las ganas de cada uno de los que la conformamos. Las ganas es el ingrediente básico para lograr lo que tú quieres. Eso no se inyecta, ni se aprende, ni se hereda. Eso se trae. Es un ingrediente de todos los que seguimos aquí. Los que se han ido es porque han dejado de identificarse con ese espíritu de tener ganas de llegar al objetivo que tiene ALBA.

Sin duda el cambio implica renunciar a algún hábito adquirido. A veces esa renuncia es la difícil, siempre es más seguro quedarte en la zona conocida, y aferrarte a eso que ya conoces. Pero si no lo sueltas ¿cómo sabes que lo que viene es más grande o mejor o justo lo que necesitas? Probablemente te es imposible abarcar más porque tu equipaje está lleno y es entonces cuando debes ser valiente para soltar, soltar lo aprendido y reaprender lo nuevo. Sentirse vulnerable durante el proceso es parte del camino y cuando lo hacemos respaldados por un equipo, la carga se hace ligera.

*La Evaluación de Desempeño es una práctica en ALBA en la que los colaboradores tienen metas anuales, que van más allá de sus labores del día a día, y con base en sus resultados se tiene un bono que es parte de las utilidades de la empresa.

Carolina Sánchez es Directora de Administración y Desarrollo Organizacional y socia de ALBA; es Maestra en Administración de la Construcción e Ingeniera Civil Administradora por la UP, Campus Guadalajara.