No hay logros sin metas

‘‘Las personas con metas triunfan porque saben a dónde van.’’ – Earl Nightingale.

Cuando era niño, uno de mis pasatiempos favoritos, era dibujar y jugar a los carritos. Los dibujos que en ese entonces hacía, los realizaba utilizando lápiz y papel o a veces el programa Paint, y lo que solía dibujar a menudo eran skylines de ciudades grandes. Cuando me ponía a jugar con mis carritos, solía mojar la arena del patio de la casa de mis padres, con la finalidad de poder moldear a mi antojo el terreno de juego y construir, literalmente construir edificios, autopistas, puentes y túneles de tierra mojada, como podrán imaginar, soy totalmente originario del hermoso desierto al mero norte del país.

Mi madre dice que recuerda como yo arrancaba palitos de alguna rama seca o incluso palitos de escoba, les hacía un doblez de 90 grados menos de la mitad y en la punta les colocaba una bolita de papel aluminio para simular el alumbrado público. Yo en ese tiempo no sabía en lo que me convertiría en un futuro.

En junio 2009 egresé de la preparatoria como técnico en Análisis Clínicos, posteriormente, en ese mismo año, me dediqué a la fotografía profesional en mi natal San Luis Río Colorado, la última ciudad del norte de Sonora que une con Baja California, California y Arizona. Realicé ese bello arte durante 3 años. Recuerdo cómo me apasionaba la fotografía de edificaciones verticales altas. En ese tiempo, yo no tenía pensado estudiar una licenciatura, ya que yo me sentía pleno con el trabajo que tenía.

Al pasar el tiempo, me di cuenta que no quería ser fotógrafo el resto de mi vida, que debía hacer algo más. Fue entonces que empecé a moverme para poder ingresar a estudiar una carrera. Sin pensarlo, opté por Ingeniería Civil. Llegando 2012, en el mes de enero, abandono la casa de mis padres y mi natal ciudad, para mudarme a Mexicali, Baja California y fue así como mi viaje apenas iniciaba. Lo que me esperaba en esa nueva ciudad vecina, era la preciosa y amada UABC y conocer lo que es ser un joven independiente y el reto de trabajar y estudiar al mismo tiempo.

Terminando mi primer semestre, noté que me había enamorado del Álgebra, la Trigonometría, el Cálculo y todas esas ciencias tan preciosas, y sin saberlo, mi profesora de Cálculo Diferencial y la de Álgebra Lineal entregaron cartas de recomendación a la directiva de la Facultad para poder entrar como asesor oficial de la Facultad de Ingeniería en las antes mencionadas materias. Un día, la directiva me mandó a hablar desde los altavoces y ahí estaban presentes mis profesoras, el director me hizo la propuesta de yo entrar como un “docente joven” de Álgebra Lineal y Cálculo Diferencial a cambio de obtener un descuento en mis inscripciones semestrales. Yo, rápidamente, acepté por dos razones: amo el cálculo y necesitaba sacar adelante mi carrera.

Finalizando mi segundo semestre, mi profesor de Estática hizo exactamente lo mismo que mis profesoras, y, a partir de ese semestre hasta mi octavo semestre, fui el único Asesor oficial de Estática y Dinámica. La Física se convirtió en mi más grande pasión. Al iniciar mi tercer semestre, me impartieron Estructuras Isostáticas y recuerdo que me decía a mí mismo: “no te equivocaste de carrera Miguel”, porque de verdad esas materias de la serie estructural me apasionaron bastante, fue entonces cuando me vi interesado en dedicarme a esa rama de la Ingeniería, pensaba: “¿Hay algo más bello que aplicar la Física en el cálculo de lo que más me gusta que son las estructuras?” y desde entonces, se convirtió en una de mis metas.

Mientras estudiaba en mi último y octavo semestre, logré conseguir un empleo de tantos que tuve en una tienda de autoservicio en turno de noche, ya que por la mañana iba a clases todo el día y mi único espacio para trabajar era en la noche. Un día, llegó un señor mayor por la mañana mientras yo me preparaba para salir del trabajo para ír a clases, ví que ese señor vestía una camisa azul y que tenía un logo que me llamó mucho la atención. Entonces, me atreví a saludarlo y directamente le pregunté si él era ingeniero civil.

– Sí, soy Ingeniero Civil – me respondió – ¿Cómo sabe? – continuo preguntando.
– Pues, ya ve. Entre ingenieros nos detectamos – le respondí bromeando.
– No entiendo, porque al único ingeniero que yo veo aquí es a mí, o ¿usted es estudiante de ingeniería? – me dijo.
– Sí – le conteste, sintiéndome algo intimidado por su comentario.
– ¿En qué semestre va? – me pregunto con una tonalidad más amable.
– En mi último semestre – le conteste muy nervioso.
– ¡¿Es su último semestre y está trabajando en un establecimiento como este?! – me pregunto sorprendido. Se mete su mano a su bolsillo, saca su cartera y me da su tarjeta de presentación diciendo: “Mañana pase a mi oficina, soy director de una constructora. Mañana a las 8 en punto en mi oficina porque lo voy a entrevistar. Yo me voy a encargar que renuncie de este trabajo”.

Al día siguiente, efectivamente ya había renunciado y fue así como obtuve mi primer trabajo en el área ingenieril. Si yo jamás le hubiese preguntado eso al señor, no sé qué hubiera pasado, tal vez nunca hubiera obtenido trabajo tan rápido. Me dediqué a la supervisión de obra durante el período agosto 2015 a mayo 2017. Tuve el privilegio de participar en construcciones tales como naves industriales, locales comerciales y oficinas administrativas, siendo éstas últimas un edificio de contenedores de barco de 4 niveles, un proyecto precioso. Posteriormente, me dieron la oportunidad de dirigir construcciones: el mantenimiento constructivo y mecánico general de naves industriales, ampliación de naves, almacenes de residuos tóxicos, pavimentación y por último, la construcción de las oficinas corporativas de la misma constructora para la que yo laboraba, siendo éste último la más complicada de las obras que me tocaron.

Durante ese tiempo, aprendí demasiado, era muchísima responsabilidad, pero, siempre supe contar con el interminable, invaluable y gratificante apoyo que me brindaban los constructores, nunca me gustó llamarles “albañiles”, son constructores, ya que de ellos aprendí a valorar muchas cosas y, sobre todo, la humildad y sencillez.

Al término y entrega de las oficinas, yo ya no quería seguir en ese campo, mi meta fue siempre la Ingeniería Estructural, para mí era como un sueño poder laborar en el cálculo de estructuras. Un día, aburrido en casa, abrí el buscador de internet y escribí “Ingeniería Estructural México”. ALBA apareció en la lista y fue así como di con la empresa. Cuando me contrataron, pensé muchísimo las cosas. Eso de volver a repetir el cambio de ciudad  y volver a empezar me parecía algo arriesgado, pero finalmente lo hice por seguir mi pasión y mi sueño.

Actualmente, es la empresa donde con orgullo digo que trabajo y para mí ha sido una meta más cumplida, porque éste era mi objetivo desde que era estudiante. Realmente me ha parecido increíble mi trayecto dentro de la empresa y las cosas que día a día aprendo de todos mis compañeros. Es, a mi parecer, la parte más importante de cualquier proyecto, ya que realizamos el alma de la construcción en sí, y todo esto para poder asegurar la estancia humana dentro de ellos, buscando siempre la seguridad, resistencia y funcionalidad, tomando siempre en cuenta todos los parámetros de seguridad.

Doy muchas gracias a ALBA por la confianza, los conocimientos compartidos, la paciencia y oportunidad que me dio al abrirme sus puertas, porque son literalmente mi segunda familia.

Los sueños y metas se pueden conseguir si se trabaja lo suficiente y se tiene perseverancia. ¿Cuántas veces se consigue algo que se creía imposible? A menudo se tarda más de lo que uno creía, pero si uno jamás lo intenta nunca se sabrá si se podría haber conseguido.

Miguel Ángel Quintero Arellano es diseñador estructural de High Rise en ALBA, ingeniero civil por la Universidad Autónoma de Baja California.