De TJ para GDL

 

Hace 12 años llegué a Guadalajara, nunca imaginé lo que me depararía la vida… Hoy en retrospectiva puedo contarles mi experiencia sobre cómo pasé de dibujante a socio y Director de Diseño de esta gran empresa, unas de las firmas estructurales más importantes del país, con tantos colaboradores y proyectos.

Fue en 2007 cuando conocí por primera vez a Federico, mientras tomé su curso de dinámica en la Universidad Panamericana, estando en cuarto semestre de la carrera de ingeniería civil, claro que en ese momento no dimensioné lo que esto significaría. Digamos que tuvimos química intelectual y me invitó a participar con él ayudándolo como dibujante de planos estructurales.

Era algo nuevo para mí. Recuerdo el sentimiento que tuve mi primer día al darme cuenta de que no conocía nada de la construcción, pero al mismo tiempo, conforme se me empezaba a explicar lo que estábamos haciendo, entendí que la ingeniería estructural era a lo que me quería dedicar toda mi vida.

Los años como dibujante fueron muy pesados. Éramos un equipo pequeño de cuatro personas, que aprendíamos de cada proyecto que hacíamos; fue una curva de aprendizaje gigante, sin embargo, me dio las bases para iniciar a diseñar estructuras sin tanta dificultad.

En 2009 me tocó realizar el primer proyecto estructural por mi cuenta: una estructura metálica pequeña que serviría para un restaurante, que al día de hoy sigue en operación en la colonia Providencia.

Un año después, me gradué como ingeniero civil, lo cual me emocionaba muchísimo al saber que por fin me podría dedicar de lleno a mi mayor pasión que era diseñar estructuras, siempre con esa hambre de querer hacer algo más grande, algo con mayor distinción, que te colocara en la cima de los ingenieros estructurales, y, siendo sincero, no ha sido un tema de demostrarle a alguien más, sino de querer demostrarme a mí mismo.

A los pocos meses entendí que aún me faltaba un gran recorrido y que no podría perder tiempo, que necesitaba seguir capacitándome, fue cuando decidí entrar a la maestría de Ingeniería Estructural, algo que desde años atrás sabía que tenía que hacer, sólo no estaba seguro cuándo. No fue una decisión complicada y ALBA me apoyó en todo momento. Renuncié y me fui a Ciudad de México a la Universidad Autónoma Metropolitana.

El par de años en Ciudad de México los disfruté muchísimo, pues anteriormente mi tiempo libre era reducido. Comprendí que el haber trabajado casi cuatro años me había dado un gran soporte técnico y, sobre todo, esa practicidad que es vital para un ingeniero estructural. Siento que fue un buen descanso que me dio mucha paz, me ayudó a poder pasar por todos los cursos con mucha calma, llenándome cada día de más información que adelante me vendría muy bien cuando regresé a la empresa.

Terminando mi maestría, estuve cerca de irme a trabajar a California, para una empresa americana, pero Federico logró convencerme de regreso a ALBA en 2013, ahí fue cuando tuve la oportunidad de ponerme a cargo de un grupo de 13 personas, donde empecé a desarrollar mis habilidades como capacitador, organizador y administrador. La realidad es que me sentí muy cómodo, como si fuera lo que siempre había esperado hacer. En este momento fue cuando lo más emocionante empezó en mi vida, que siento aún no termina.

De ahí en adelante, todo ha pasado muy rápido, en cuatro años se ha sextuplicado el número de colaboradores en la empresa, nos hemos mudado dos veces de oficina, ya no cabíamos en las anteriores. Los retos profesionales cada vez son mayores y mejores.

Aprendí a perderle el miedo a lo nuevo, a los retos que parecen imposibles; aprendí que la ingeniería mexicana está a nivel mundial y que, para poder estar en lo más alto, uno nunca debe quitar los pies de la tierra. Sé que es indispensable para poder seguir creciendo, hacer lo que hemos venido haciendo los pasados diez años: basar todo en el trabajo ético y profesional, y tener mucha, pero mucha paciencia.

Después de estos cuatro años como coordinador tengo el mismo sentimiento de cuando salí de la universidad, aún siento que hay mucho recorrido por hacer, mucho en qué capacitarme… Estoy seguro que esto apenas empieza.

Mi mayor anhelo es en diez años escribir otras palabras como estas y poder decir que estoy en un lugar que hoy no me puedo imaginar, de la misma forma que hoy estoy en un lugar que hace diez años no me pasaba por la cabeza.

Por último, sólo me queda decir que estoy sumamente agradecido con todo el equipo de trabajo, porque sin ellos, su pasión y profesionalismo, no estaríamos donde nos encontramos hoy. ¡Por siempre GRACIAS!

Mario Carrasco es socio y Director de Diseño en ALBA, alumni de la carrera de ingeniería civil y administración de la UP Campus Guadalajara, pasante de la Maestría Estructuras de la UAM, Azcapotzalco.